Cristales

A veces pasa que el cristal con el que miro a mi interior se empaña. Es entonces cuando las cosas se vuelven confusas y esa maraña dentro de mi se enreda más y más formando un enorme nudo atorado en mi garganta. Ese nudo crece y crece y comienza a doler, se que quiere salir por mi boca transformado en palabras, en gritos, en sollozos quizá. Se que quiere escaparse para desenvolverse, para liberarse, para ser y desaparecer, pero hay algo que lo impide y no se qué es. Aquella presión en mi cuello crece, crece y duele, me impide hablar, casi no me deja respirar, me asfixia y hace que el calor suba a mi rostro y ese vapor que antes empañaba mi visión se condense y se convierta en gotas saladas que ahora nublan mis ventanas al exterior y amenazan con desbordarse en cualquier momento.

Es en momentos como ese que desearía tener un dique, como el de tus dedos acariciando mi mejilla, conteniendo el llanto que ha empezado a rodar, haciéndome sentir un poquito más segura, al menos un tanto más comprendida, tan solo un poco menos sola. Es en momentos como ese, en que ese nudo me impide respirar, que quisiera el aire de tu boca inflando mis pulmones con tu aliento, como si fueran un par de globos que me permitieran elevarme, liberarme, volar lejos, muy lejos pero contigo, nada más... si tan solo supiera dónde estas!