Ahí donde trabajo hay una chica que va a darle clases especiales a una niña con síndrome de down. Esta chica es también lo que muchos llaman "discapacitada", no mentalmente sino físicamente ya que tiene un problema en ambas piernas y necesita muletas para poder desplazarse dificultosamente de un lado a otro. Nunca he platicado mucho con ella, más allá de un amistoso "hola, cómo estas?" o algo por el estilo, pero el lunes pasado, mientras estaba dando clase, fui a la oficina a checar mi correo y la saludé, y el "¿cómo estas?" fue respondido por un "no muy bien, pero que se le hace", así que me le acerqué y le dije: "sabes?, se que no sirve de mucho, pero ánimo, sea lo que sea" y le sonreí, me sonrío de regreso y salí del privado donde da clases y regresé a la computadora. Al levantarme para salir, volteó y me dijo: "Ale, muchas gracias", yo honestamente no capté porqué me daba las gracias, así que le pregunté "¿de qué?", con cara de extrañeza y me dijo, "no sé, por lo de antes, gracias" y yo ya no supe que decir así que solo le sonreí de nuevo, asentí y salí de la oficina.
Esto me dejó reflexionando un buen rato, me dio mucha ternura el que me diera las gracias con *ese* gesto en su rostro, como si hubiera hecho algo realmente fuera de este mundo al darle ánimos solamente. Suelo hacer ese tipo de cosas, y más de una vez me las han tomado a mal, pero las hago porque me nace, soy del tipo de personas a las que les gusta sonreír a los extraños, aún cuando no es muy recomendable en estos tiempos, de hecho de no haber sido porque estaba trabajando y ella también, tal vez me hubiera sentado a platicar con ella, al menos para escucharla.
Cuantas veces nos encontramos rodeados de personas pero solo vemos caras largas, gente corriendo, sin tiempo, malhumorada, histérica, agoviada. Cuántas veces he llegado a la oficina con los ojos rojos de haber llorado y deseado que al menos una persona me preguntara si todo estaba bien, aún cuando no quisiera hablar de ello, pero no sucedió. Cuántas veces te has sentido solo y hubieras deseado simplemente platicar con alguien para olvidarte, pero no ha habido nadie ahí?... o tal vez eres uno de los afortunados que siempre tiene a alguien ahí para animarte o escucharte. ¿Acaso nos ha dejado de importar lo que otras personas puedan sentir?, ¿se nos ha olvidado la humanidad?, ¿es que ya no tenemos el tiempo o interés de tener gestos bien intencionados con la demás gente?
Recibí una nota de esta chica al día siguiente, en respuesta a algo que yo también le escribí después de reflexionar y cito:
"Sabes Ale, para mi si es extraordinario lo que hiciste ya que la gente ha dejado de hacer esas pequeñas cosas que en muchas ocasiones alimentan el espíritu y nos hacen darnos cuenta de que Dios esta junto a nosotros en momentos difíciles dándonos aliento y el mensaje de que no podemos rendirnos."
Para algunos será Dios el del mensaje y para otros no, pero el caso es que creo que si todos, aunque sea de vez en cuando, nos diéramos a la tarea de mirar en derredor y tender una mano, brindar una sonrisa o hacer algo, por más pequeño que sea para ayudar a alguien, el mundo sería al menos un poquito mejor.
Tu que piensas al respecto?