Willy, el viejito, se encargó de corregirte pues era todo un caballero perruno, el perro más educado que pudo haber, aunque era medio cascarrabias ustedes dos encajaron bien juntos. Aún recuerdo como siendo una jovencita, "surfeabas" apoyando tus patas delanteras en su lomo hasta que el te lanzaba una advertencia, también te encantaba jalarle las orejas, eras una niña muy travieza. También recuerdo que pasaron unos meses, quizá hasta años y cada vez más te fuiste haciendo parecida a Willy, se mimetizaron, tu color se hizo más oscuro como el de él y tu naríz se tornó negra por completo, el pelo te creció y engordaste, te veías hermosa y además te convertiste en toda una damita, super educada y fiel; fue una verdadera lástima que jamás tuvieran cachorritos, hubieran sido preciosos! y hubieran compartido el amor de ustedes dos por las zanahorias, cosa curiosa que también le aprendiste a él, ambos se volvían locos apenas veían una salir de la bolsa del mandado.
Cuando el viejito nos dejó, te pusiste triste, lo buscabas por todos lados pero creo que comprendiste que pasó pues nos veías llorarlo e ibas a lenguetearnos las manos para confortarnos. Te convertiste en el centro de atención, la princesa peluda adorada, siempre nos recibías con mucho cariño, moviéndote toda porque siempre te hizo falta la colita que te cortaron demasiado cuando cachorra, eras una cosa chistosísima cuando hacías eso. Un tiempo después llegó Tita, la ratonera latosa que ahora te jalaba las orejas a ti y te mordía las patas, y a la que controlabas con caderazos bien acomodados, y siendo la nobleza en 4 patas que eras, pronto se hicieron amigas y se acurrucaban juntas a dormir. Tita te robaba la pelota cada que podía y a veces te hacía rabiar, pero tú eras más lista y le robabas la comida cuando podías, porque eras una glotona, jajaja aún recuerdo cuando tenías hambre y recogías tu platito y nos lo llevabas sacudiendo la cadera intentando mover la cola, te veías tan tierna que siempre terminábamos dándote algo de comer, mi niña preciosa.
También recuerdo que cuando llegaba tarde, aún fuera muy de madrugada, siempre te levantabas medio dormida y con los ojos casi cerrados, moviendo la colita a saludarme, siempre me dabas la bienvenida y yo te cubría de besos y caricias, te adoraba. Solo recuerdo haberme enojado una vez contigo y fue cuando te comiste media caja de los chocolates que me había traído un amigo desde Alemania, ah canija! pero te perdoné pronto porque insisto, te adoraba, fue un milagro que nunca te haya pasado nada por comerlo, el chocolate es malo para los perros.
Tu siempre fuiste mi niña consentida, mi favorita y la de todos, eras la alegría de mi madre, y mi lunita adorada, mi gorda hermosa. No puedo creer que ahora es Tita la que te busca por toda la casa y no te encuentra, y eres tú a la que tanto lloramos y la que tanto nos falta, la casa se siente sola sin ti y nos haces mucha falta, pero la última noche que estuviste con nosotros, te prometí que ya no ibas a sufrir y estuve acompañándote, confortándote todo el tiempo, no dormí con tal de estar contigo, y así fué hasta que te quedaste dormida para siempre.
Te amo mi gordita, y no sabes cuánto te extraño, hice todo lo que pude por salvarte pero por algo Dios te llamó, necesitaba de regreso a su ángelito, porque eso fuiste.
Descansa en paz lunita de azúcar, nunca jamás te voy a olvidar, gracias por ser la hermosa creatura que nos brindó tanta alegría.
Te amamos